jueves, 12 de enero de 2012

El tiempo entre costuras. María Dueñas

Satisfacción generalizada entre los asistentes a la tertulia literaria sobre "El tiempo entre costuras". Todos coincidimos en lo fácil y amena que resulta su lectura a pesar de la envergadura del libro. Alguien sugirió que el libro tenía la estructura perfecta para una telenovela. Parece que los directivos de Antena 3 han tenido la misma idea y la teleserie está muy avanzada (abajo cuelgo un vídeo con un avance de la serie). Hablamos sobre aquella época y sobre aquellos lugares. Humildemente reconocimos nuestra ignorancia sobre el avatar histórico del protectorado español en el norte de África. Las diferencias entre Tetuán y Tánger y sus similitudes: ese aire cosmopolita y relativamente ajeno a una Europa que se hundía.
El personaje de Sira destaca por su valentía e inteligencia y la originalidad de una heroína modista ("sastrecilla valiente"). Alguien, tímidamente, sugirió que podríamos estar en presencia de un nuevo ejemplar de literatura "para mujeres", debido al universo femenino que puebla la novela y sobre todo al tratamiento de los sentimientos y las perspectivas vitales. Esa torpe opinión pronto fue acallada por una sólida batería de argumentos que puede sintetizarse en ésta pregunta: ¿acaso hay diferencia afectivas, psicológicas y comportamentales entre hombres y mujeres? El ingenuo y sexista tertuliano hubo de retirarse a sus palacios de invierno para evitar se atrapado en tan flagrante contradicción. Una ulterior opinión subrayó que etiquetar de esa manera el libro de María Dueñas era reduccionista ya que nos hallábamos ante un claro ejemplo de "gran literatura".
Otra discusión interesante fue la que se centró sobre el tratamiento de la guerra civil y el posicionamiento ideológico de la novela. A pesar de que Sira y su madre pertenecen al bando republicano y que posteriormente aquella trabajará a favor de los aliados y en contra de los totalitarismos europeos se nota una cierta tibieza de fondo. No quedó claro si esto era un defecto o una virtud. Digamos que no hay una condena clara de la España franquista y de sus personajes (algunos de los cuales salen francamente bien parados). Pueden interpretar esta característica como intento de huir del maniqueismo moral (hay muchas voces que hablan de una "tercera España" ajena al enconamiento cainita de las dos Españas machadianas) o edulcoramiento intencionado. Podemos seguir discutiéndolo en la siguiente reunión si les apetece.
Respecto al óscar al mejor personaje secundario tampoco hubo un claro ganador. Unos proponían a Rosalinda, atractiva, elegante, exótica. Otras insistían con vehemencia en que el premio habría de ser para la desfaratada regenta de la pensión norteafricana, alegando su originalidad, su instinto de supervivencia, su bondad natural. También fueron nominados el comisario paternal (ista), el adelantado e increíble defensor de la "alianza de culturas" Beigbeder o el vecino confidente y parricida. No quedando claro quien se alzó con el preciado galardón si hubo consenso universal en señalar como malo malísssssssimo al vendedor de Olivettis.
Con estas consideraciones y otras, bebiendo tisanas e infusiones relajantes, saltándonos nuestros firmes propósitos de hacer, este año si, dieta, va trascurriendo la tarde. Ha merecido la pena volvernos a ver en torno a la hoguera de la ficción, que inventa mundos donde no siempre ganan los malos. Sira venciendo las dificultades nos ilumina sobre como ser feliz en una España en la que vuelve con fuerza el Optalidón y el Anís del Mono.

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