Primera reunión del curso. Besos y
caras sonrientes. Los letraheridos cada vez somos menos. Pero no
decae el entusiasmo y las ganas de hablar de personajes y
situaciones. Eso hacemos. Los que han leido la obra cumbre del
realismo mágico, ·Cien años de soledad”, se deshacen comentando
pasajes, anécdotas, detalles...Los que no lo hemos releído
lamentamos en ese momento habernos perdido (por desidia, por
abandono, por el peso de la nada rutinaria...) el placer de la
lectura. Y el placer derivado de comentar lo que todos hemos leído
juntos.
Que si Arcadios o Aurelianos, que si la
soledad impregna a todos los personajes, que si la resurrección
mágica o el ascenso a los cielos. Que mira tú los americanos, como
siempre, malditos colonialistas. ¿Se nota la militancia progresista
de Gabo o tal vez lo suyo es un estudio más elevado sobre el ser
humano?
Quedamos emplazados para dentro de
veinte años, otra relectura, con nosotros, ojalá, veinte años más
viejos; mientras que el texto siempre es el mismo ¿o no?. Todo
cambia, nada permanece dice el viejo Heráclito. No hay dos besos
iguales, la poetisa Zsyborska. La relectura nos enfrenta directamente
con aquellos que fuimos y quedaron en el pasado para dar lugar a lo
que somos hoy. Esos lectores diferentes también fijan su atención
en aspectos distintos permitiendo así que el libro transmute su
contenido.
El próximo libro es el de la escritora
y profesora francesa Muriel Barbery. Un pelotazo hace algunos años:
La elegancia del erizo. Prometo releerlo y volver a enamorarme de
esa portera escéptica que lee a Schopenhauer. Nuestro banquete está
abierto a todos esos espíritus errantes que buscan consuelo en la
literatura. Venid aquí estamos.